Sesión 14. Y dejando las redes. Muéstrame tu rostro. El pobre de Nazaret.
Muéstrame tu Rostro.
Conclusión: "Duelo entre el desaliento y la esperanza"
Habla el desaliento: He vivido 50, 60 años. Nada me ilusiona, nada me entristece. Miro atrás y todo son ruinas. No hay esperanza para mí.
Habla la esperanza: aún es posible la esperanza, mañana será mejor. Si hasta ahora has cosechado desastres, recuerda: se avecinan centelleantes primaveras. Si hasta ahora los éxitos y fracasos fueron alternándose en tu vida como los días y las noches, desde ahora cada mañana Jesús resucitará en ti. El vencerá en ti, el egoísmo y la muerte. Los pobres ocuparán el rincón privilegiado de tu huerto. Son todos los olvidados del mundo, lo que no tienen voz, ni esperanza ni amor. sé como las estrellas: no te canses de brillar. Camina. El Señor Dios será luz para tus ojos, aceite para las heridas, meta para tu camino, premio para tu esfuerzo.
El Pobre de Nazaret.
capítulo V. Los primeros pasos
En el banquete de bodas.
Eso es justamente el Reino: un banquete de bodas, el estallido de una fiesta, la flauta dulce convocando a los aldeanos a la plaza mayor. Jesús se siente feliz, en medio de un pueblo feliz.
Antorcha azul.
Jesús estaba fuertemente sensibilizado en su encuentro con la mujer samaritana. Soy el Pobre de Dios, el Siervo de mi Padre. No tengo nada, y por no tener nada, ni siquiera tengo voluntad propia. Una antorcha azul abrió de repente el firmamento, era el Hijo de Dios, mejor el Pobre de Dios. "Héme aquí que vengo, oh mi Dios, para cumplir tu voluntad. No soy un profeta, ni un mensajero, ni siquiera un redentor. Soy un Pobre de Dios, sumiso y obediente, atento a lo que mi Padre desea.
Fases de la vida pública.
Ningún evangelista ha pretendido clasificar los recuerdos sobre Jesús por medio de un esquema cronológico. En cambio, sí parece posible determinar las distintas fases generales de su actuación:
Un despliegue espectacular, mediante la predicación y las obras de misericordia en los dos primeros años. El éxito disminuye sensiblemente durante la crisis, crece las hostilidad de las autoridades religiosas, les habla en parábolas y anuncia el Reino.
Formación de los doce, anunciando su pasión. Sube a Jerusalén.
En el desastre final, desaparece traicionado, abandonado, solo.
Capítulo V. El Pobre entre los pobres
De aldea en aldea.
Jesús deambuló, peregrino e itinerante, de aldea en aldea con unas llaves en la mano, las llaves del Reino. Renuncien a los hábitos viejos y acojan las nuevas noticias, las puertas del Reino están abiertas de par en par.
Sin tiempo para comer.
Jesús sometió su vida a un ritmo vertiginoso, hasta no tener, en ocasiones, tiempo para descansar ni para comer (Mc 3,7) el despliegue apostólico de Jesús en este período alcanzó un éxito notable.
Entre la decepción y el desaliento.
Para el pueblo sencillo, Jesús era un hombre poderoso en obras y palabras, pero, ante todo, era un "milagrero", como un mago sagrado. Sin poder evirtarlo, esto lo causaba profunda tristeza.
Discipulado.
Jesús les formuló a cada uno de sus discípulos, un llamamiento en forma expresa y clara. Entre ellos había pescadores, artesanos, campesinos, ningún elemento originario de las clases dirigentes.
La mujer y el discipulado.
Jesús iba por ciudades y pueblos proclamando y anunciando el Reino de Dios, le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades. Hasta en el calvario, había allí muchas mujeres mirando desde lejos, las que lo habían acompañado con sus servicios.
Los dichosos.
Bienaventurados los pobres, los olvidados, los cansados, los agobiados, los fracasados. Alleluia, el Reino es para los pobres.